Cuando llevas equipos pequeños donde no existe ningún incentivo económico por jugar pero si un suficiente nivel para competir, es decir, una Juvenil Nacional o una Tercera división o una segunda B de futbol sala, el absentismo a los entrenamientos es uno de los mayores peligros a los que un entrenador se enfrenta.
Un servidor, siempre ha odiado esos días en los que se han "desapuntado" varios jugadores y te han machacado el entrenamiento, son de esos días en los que mandarías a tomar viento fresco a todos y a todo.
El día siguiente, en mi caso suele ser bastante "calentito" en la charla antes de empezar en el entrenamiento, doy gracias a Dios de que en los diez años que llevo entrenando han sido muy muy poquitos.
Hablo de compromiso, de que yo tengo que dejar familia y en algunos casos algo de trabajo para acudir al entrenamiento, hablo de disciplina, de que solo valen la pena las cosas que cuestan esfuerzo etc. etc.
Son las prebendas que utilizamos para que no vuelva a suceder, pero lo importante es saber porque ocurren. He llegado a la conclusión de que lo que les hace faltar normalmente es la falta de interés, lo poco divertido del entrenamiento y por qué no, la monotonía del entrenamiento.
El jugador, lo que quiere es, no os engañéis, en su gran mayoría es divertirse, pasárselo bien y ahí radica el éxito o fracaso del entrenador de base en cuanto a su trabajo, ya que evidentemente si tiene mucho absentismo no podrá cumplir sus objetivos.
En mi caso y como digo son pocas veces, hace años que me di cuenta de este detalle tan "insignificante" y procuro hacer entrenamientos que cumplan los objetivos marcados y que son los que tú has programado previamente en tu planteamiento anual mas el no menos importante de hacerlo divertido, mediante juegos, competitividad, imaginación, y balón...mucho balón
¿No os parece?
