Cierto es que colocarse debajo de un larguero tiene muchos incovenientes, ya que una mala tarde te puede convertir en el blanco de las iras de la grada, pero al igual que la portería está llena de posibilidades de pecar, también está llena de posibilidades de redención. Si no que se lo digan a Roberto al que la hinchada del Benfica quería colgar del campanario y en el último partido consiguó salvarles del desastre saliendo desde el banquillo.
Roberto no tenía con muchas esperanzas de jugar el año pasado en el Atlético de Madrid, partía como segundo portero pero el fichaje de Asenjo y la amenaza de De Gea no le auguraban un buen futuro a orillas del Manzanares, El caso es que Roberto tuvo sus oportunidades y no lo hizo mal pero se lesionó y luego De Gea se convirtió en héroe del Calderón, así que en el mercado de invierno se marchó cedido a Zaragoza donde completó una segunda vuelta maravillosa que le hizo ganarse el cariño de la Romareda.
Tan bien le fue en la capital aragonesa que quiso quedarse, pero el Atlético tenía otros planes, además el fichaje de Leo Franco y la vuelta de Toni Doblas le ponían las cosas muy complicadas así que se marchó al Benfica, un equipo que tras la marcha de Quim al Sporting de Braga necesitaba rejuvenecer la portería y además suponía disputar la liga de campeones con un grande de Europa...un grande de Europa que ha conocido días mejores...pero grande al fín y al cabo.
Sus primeros días con las águilas no fueron tan buenos como era de esperar, llámalo adaptacíón, llámalo mala racha, llámalo X...pero Roberto tuvo dos actuaciones para olvidar que se tradujeron en dos derrotas, eso agotó la ya de por sí escasa paciencia de los benfiquistas y la afición comenzó a pedir a gritos la cabeza de Roberto, como es lógico, el tercer partido tuvo que verlo desde el banquillo.
Pero amigos, el destino es caprichoso y como dijo Paulo Coelho "Cuando quieres algo, todo el universo conspira para que realices tu deseo." y no sabemos si fue un extraño alineamiento planetario el que provocó el fallo defensivo que obligó a Julio César a cometer penalti y a ser expulsado, pero en ese momento llegó la oportunidad de redención, Roberto sustituyó al expulsado Julio César y paró el penalti que habría supuesto el empate, al final 3-0 y Roberto en paz con la grada...al menos de momento, porque como todos sabemos en este menester de la portería, hoy te adoran y mañana te apuñalan con idéntico entusiasmo.