A lo largo de esta temporada que estamos acabando y debido a mis múltiples compromisos profesionales, han sido pocas las veces que he podido disfrutar de una categoría tan atractiva como la Nacional A.
Este fin de semana como muchas categorías ya están acabando, pude acercarme a ver uno de los mejores partidos que se podían ver en la categoría dentro del grupo 5, el Ebrosala contra el Centelles. Primero contra segundo luchando por el ascenso a falta de una jornada. No voy a hablar del resultado a pesar de ser muy favorable al equipo aragonés del Ebrosala ya que consiguió la victoria y el ansiado campeonato que les garantiza jugar la promoción de ascenso a la División de Plata, desde aquí aprovecho para felicitarles y para desearles mucha suerte en esa fase de ascenso.
Dicho esto aprovecho el espectáculo que los dos equipos dieron en la pista para hablar realmente de lo que me interesa y a lo que hace referencia el titulo del artículo. Pronto comprobé que era un partido especial, en la grada se respiraba ambiente de grandes partidos. La típica venta de tiras, la economía esta muy complicada, mucha gente joven de diversos equipos de la comunidad, bombos y todo lo que se necesita para catalogar un partido de gran cita.
Pronto juego y público se fusionaron para ir todos en la misma dirección y llevar a los asistentes a una gran tarde de futbol sala. Los dos equipos jugaron sus bazas sin reservas, los locales cogieron una amplia distancia en el marcador, pero el rival sabía que lo que había en juego era muy importante y lucho hasta meterse de nuevo en el partido. Al final unos mas contentos que otros pero al final el público satisfecho.
Todo esto es a lo que los amantes de este deporte nos tenemos que aferrar para superar malas épocas como la que atravesamos en la actualidad. Un saludo a todos y que viva el Futbol Sala.