Cuando un médico acuña el término milagro no suele ser un asunto baladí. Algo realmente sorprendente y casi divino debe estar sobre la mesa de operaciones. Cuando escribo estas líneas tengo en mis manos un ejemplar del Diario As del 9 de abril de 2013 con unas palabras del doctor Juan Carlos García-Valdecasas, cirujano responsable del transplante a la que se sometió Abidal en abril del año pasado. Las palabras de García-Valdecasas, claras: “Lo suyo es un milagro”.
“Solo intentábamos salvarle la vida”. Las palabras de García-Valdecasas no son vacías. Todos hemos sufrido el maldito cáncer en nuestras vidas, de una manera más o menos cercana pero siempre dura. Muchos hemos perdido familiares o amigos así. Y sabemos que sobrevivir es lo primero. Abidal lo hizo. Lo de jugar al fútbol era muy, muy secundario.
En parte por imposible. Nadie daba un duro porque volviese a los terrenos de juego. De antemano, la idea era que pudiese volver a disfrutar de una calidad de vida que fuese lo mejor posible. Pero claro. Si te llamas Abidal y en tu palmarés figuran dos Champions League, dos Mundiales de Clubes, dos Supercopas de Europa, tres Ligas de España, tres Ligas de Francia, dos Copas del Rey, tres Supercoopas de España, otra Supercoaoa de Francia y el mérito de haber sido reconocido internacionalmente como uno de los mejores laterales izquierdos el mundo (si no el mejor), la cosa cambia.
Eric Abidal ha demostrado estar hecho de otra manera. De otra pasta. Le dijeron que sería imposible volver a jugar al fútbol. Y se enfundó su dorsal 22 para disputar “el partido de su vida”. Esa expresión tan abusada en la prensa deportiva como cierta. Y tal y como viene siendo habitual en su carrera, Abidal ganó.
En el minuto 70 del partido que enfrentaba el sábado al Fútbol Club Barcelona con el Mallorca se vivió uno de esos momentos inolvidables. El gran récord de la temporada. Algo indiscutido en el seno del barcelonismo. Gerard Piqué dejó su puesto en el once a Abi. Y el Camp Nou y el mundo del fútbol se vino abajo. Abidal había vuelto.
No sabemos si volveremos a verle disputar noventa minutos en un partido competitivo y de la máxima exigencia. Pero nadie tendrá ya derecho a poder dudar de ello. No olvidemos su aparición en la final de la Champions celebrada en Londres. Donde levantó el título cortesía de ese CAPITÁN con mayúsculas que es Carles Puyol.
Dice Carlos Villarrubí, vicepresidente del Fútbol Club Barcelona que para él Eric Abidal es su candidato para ganar el Prínxipe de Asturias. “No imagino otro”. Probablemente no lo gane, ni falta que hace. El gran premio que Abidal ha conseguido y merecido ya ha sido sobrevivir y convertirse en un ejemplo absoluto para todos. Y eso tiene más mérito que cualquier otra cosa. Y por supuesto desde Soloporteros queremos reconocerlo. Y os invitamos a mandar vuestro mensaje de ánimo y reconocimiento desde esta pequeña ventana de nuestro vestuario. Todo es poco para un héroe de los de verdad.