Atlético de Madrid – Real Sociedad. Minuto 86. Los visitantes dominan el marcador. 0 a 1. Agirretxe, inenta defender un balón que termina perdiendo ante la presión colchonera. Uno de los que intenta robarlo es Diego Costa, el hispanobrasileño (llamado ya por Brasil). El punta entra demasiado fuerte... y termina pisando al jugador rival. Parece que intencionadamente. Es roja clara. Pero finalmente el colegiado, Ayza Gámez, lo deja tan sólo en amarilla. Los donostiarras protestan airadamente una acción... ¿aislada?
A buen seguro que no. Es lo que tiene la figura de Diego Costa. Para mí, uno de los grandes protagonistas de esta Liga. Una revelación que no sólo está cumpliendo al fin todo lo que se preveía (y exigía) de él. Ni los más optimistas podían esperar la eclosión de un jugador que ya dejó detalles de clase en Albacete, Valladolid o Vallecas, pero que no parecía terminar de irrumpir más allá del rol de delantero de segunda unidad en un Atlético. Pero esta vez sí. No ha llamado a la puerta, la ha derribado. Y si no que se lo digan a Adrián. Ya no se habla de baja forma del asturiano. Directamente ya no se le pone.
Porque el nivel futbolístico que está demostrando el 19 rojiblanco está llegando incluso a eclipsar a Falcao. Pero no es oro todo lo que reluce. ¿O sí? Hay que valorar y ver más allá del Diego Costa futbolista. De lo que aporta con el balón en los pies. Representa esa figura odiada por los rivales y amada por los aficionados de tu equipo. El de un provocador. Un ganador. Alguien que va al límite. De esos de los que siempre se dice que adoras sólo si defienden tu escudo.
El pisotón a Agirretxe es el último capítulo en una lista de reproches que algunos seguidores no dudan en tildar de “fechorías”. Como no podía ser de otra manera, los focos empezaron a observar estas actitudes en un derbi... ante el Real Madrid. Su rifirrafe con Sergio Ramos, salivazo va, salivazo viene, nos dejó a todos una sensación... cuanto menos escatólogica. Y su altercado con el bético Amaya no dejó indiferente a nadie. Según el defensor, Costa se rió de él tras un fallo garrafal... y en el siguiente partido Amaya teminó expulsado por escupir al delantero. Dos batallas ganadas desde la provocación. Hay más. Porque, también en Copa, el joven Kondogbia, jugador del Sevilla, perdía los papeles y era expuslado en la recta final de un partido sentenciado... cayéndole cuatro partidos de sanción.
Claro está, que a veces le pillan. Al menos en Europa. Un cabezazo de Costa a Limbersky, defensa checo del Viktoria Plzen, sí fue visto por el árbitro. Los cuatro partidos de castigo interpuestos por la UEFA fueron determinantes para el adiós del Atleti a la Europa League. Quizá ésta sea la mayor defensa posible de la actitud del delantero. Si se excede deberían ser los colegiados los que deberían pararle. Todo lo demás es caer en el plan de Diego. El despesperador. ¿O no?
Diego Costa es la nueva versión atlética de los Stoichkov, Hugo Sánchez y compañía. Vivimos una era en la que estamos acostumbrados a ver este perfil en jugadores defensivos. En los Ballesteros, Navarro y compañía. Pero ahora son los zagueros los que deben andarse con ojo. Porque un delantero les acecha no sólo para superarlos futbolísticamente. Sino también mentalmente.
¿Qué opináis? ¿Os gustaría tener un Diego Costa en vuestro equipo? ¿Es el fútbol un deporte para listos? ¿Vale todo para ganar? ¿Es esto juego limpio? Diego Costa nunca deja indiferente. ¿Qué opináis vosotros?