Me cansa y me cansa leer u oír constantemente que la Liga española es aburrida. Que está acabada. Finita. Que con el universo de por medio que ha interpuesto el Fútbol Club Barcelona respecto al Real Madrid, harakiri andaluz de José Mourinho mediante, ya no hay emoción. Que esperan por delante semanas cargadas de tedio que simplemente van a servir de soso aperitivo de cara a la encarnizada batalla por la Champions. Me niego a creerlo.
No ya sólo por la injustificable falta de respeto al Atlético de Madrid, el mejor equipo de España, qué digo España, de Europa en casa y que pese a estar todavía lejos del líder, 9 puntos, tiene el derecho a soñar con lo que quiera. Máxime cuando el Barça tiene todavía que visitar el habitualmente indigesto Vicente Calderón. Soñar siempre es gratis. Con argumentos, más aún. Tanto que me niego a dar coba al incidente Amaya-Diego Costa. Al menos ya se han acabado los Betis-Atlético. Que el tiempo lo cure todo (ya que los comités no lo hacen).
Pero no sólo es todo esto. Los otros 17 equipos no vinculados al título de Liga mantienen las espadas en alto. La ilusión y la tensión por lograr objetivos por los que todavía queda mucho por pelear. Por arriba y por abajo. Europa y el descenso. Vivir o morir. Todos se juegan algo y eso enriquece un campeonato difamado en parte con razón y en otra parte, muy importante, sin.
"De aquí no me muevo"
Y si se ha caracterizado por algo esta jornada 21 ha sido por el golpe en la mesa dado por el pelotón que conforma la parte baja del campeonato. De mitad de la tabla para abajo. Dicen que de la necesidad nace la virtud, y hemos visto múltiples ejemplos en el pasado fin de semana. El más claro, en el Nuevo Los Cármenes.
Ni siquiera Lucas Álcaraz podía haber imaginado una mejor reentré en su Granada que la vivida el sábado. Ganando al Real Madrid. Ni más ni menos. Es muy cierto que Mourinho parece haber arrojado la toalla de la Liga, o al menos no se ha mostrado capaz de hacer que sus jugadores peleen por una competición en la que poco o nada tienen que decir desde el mes de diciembre. Y como al fútbol se juega mucho con los pies pero también con el corazón y la cabeza ahí estaba el Granda, tan nuevo como sus Cármenes, para declarar un alto y claro "aquí estoy yo", con Nolito, Aranda, Recio y compañía. "Y de Primera no me muevo".
Muchos se empeñaron en mandar este mensaje. Como Osasuna. Acostumbrado a navegar por las latitudes bajas de la Liga y a vivir y superar finales como la vivida ante el Celta. Por no hablar del Espanyol. Un viejo conocido osasunista, Javier Aguirre, ha corregido el rumbo de una nave desubicada con Pochettino. El mejicano, artífice de una milagrosa salvación en Zaragoza hace dos temporadas, va camino de alcanzar buen puerto tras superar a un Levante que se desinfla a domicilio. Los periquitos han vuelto a hacer de su estado un fortín. Y Aguirre sabe, de primera mano, que eso es medio billete hacia la permanencia.
Equipos como el Sevilla o el Getafe ganaron para empezar a mirar casi definitivamente a donde debían desde hace semanas: hacia arriba. Hacia Europa. Especialmente los andaluces. La mano de Unai Emery se nota tanto como la de Ernesto Valverde en Valencia, y que ambos equipos reaccionen es muy bueno para nuesto fútbol. Como lo es ver a una Real Sociedad en claro crecimiento futbolístico y que es, de largo, uno de los equipos a los que más gusto da ver jugar.
Luego está el tema de las sensaciones. Uno ve el Valladolid - Athletic y tiene claro que ambos tienen mimbres para no sufrir. O incluso, las dadas por el Real Zaragoza en Málaga. Los aragoneses siguen sin ganar en Liga en lo que va de 2013, castigados en exceso por un exigente mes de enero cargado de partidos de Copa. En La Rosaleda volvió a mostrar su condición de buen visitante, mereciendo incluso algo más que el empate en un estadio donde juega un equipo de Champions, por más que el césped reflejase lo contrario.
Por contra, el otro lado del espejo lo reflejan los tres equipos de abajo que no ganaron y que están en la zona baja. El Celta estuvo irreconocible en el Reyno de Navarra, pero los de Paco Herrera ya han demostrado tener cuajo y elementos para poder pelear por la permanencia. Peores sensaciones se viven en Mallorca, donde Joaquín Caparrós ha dejado de ser el entrenador y eso desde fuera preocupa. Porque si Jokin no ha conseguido mentalizar y motivar a una plantilla como la bermellona, ¿quién lo hará? El colista sigue siendo un Deportivo en el que Lendoiro reclama paciencia con el proyecto Paciencia. Sigue adelante ese pacto con un diablo que habla portugués.
TURNO PARA LA ROJA
Y en medio de todo esto aparece España. La Roja. Entre jornada y jornada y con la Champions en el horizonte. Y jugando un amistoso a miles de kilómetros, con la sombra, cada vez más despejada (si es que ha existido) de que los petrodolares tienen la culpa. Por supuesto, las críticas arrecian. ¿Es lógico irse a jugar un partido a donde Cristo perdió la sandalia sin ton ni son? Yo no tengo ninguna duda: sí.
Es injusto subirse al carro de la selección en Eurocopas y Mundiales y criticar todo lo demás. Pero no sólo eso. ¿Contra quién juega España? Contra Uruguay. ¡Uruguay! Ya no es únicamente el prestigio de toparse con una bicampeona mundial, que también. Es que es un partido en el que el campeón del Mundo y de Europa se mide al campeón de América. Que no es ni Brasil ni Argentina. Es Uruguay. El mismo combinado que alcanzó las semifinales en el mundial de Sudáfrica.
Es además una gran oportunidad para Vicente del Bosque de cara a la Copa Confederaciones que se disputará en Brasil el próximo verano, donde España y Uruguay se encuentran emparejadas en el mismo grupo junto a Thaití y el ganador de la Copa de África. Tengo ganas de ver cómo se desenvuelve el equipo sin Iker Casillas ni Xabi Alonso ni Xavi. Supongo que con los Cesc, Iniesta, Busquets, Silva y compañía a lo mejor ni se nota. Hay que disfrutar de cada partido de esta generación como si fuera el último. No durará para siempre, pero sí el orgullo que deja este equipo. Todos presumiremos algún dia de haber visto jugar a España. A la mejor selección de la historia. También en los amistosos como éste.
