Diez futbolistas a los que Mourinho pondría a dieta

En el fútbol ha habido gordos toda la vida. Desde el siglo XIX hasta nuestros días: jugadores cuyo talento se ha elevado por encima de los prejuicios que despertaba su tendencia a ganar peso. En algunos casos, de forma extrema. Para ganarse la vida en el deporte profesional hay que ser muy bueno. Y si la camiseta no te cabe, más aún. Seguramente, Mourinho mandaría a estos diez que te presentamos a hacer dieta, como ha hecho con Rafa Benítez. Pero, por lo general, casi todos han sido reconocidos a lo largo de su carrera como jugadores especiales, más allá de su aspecto físico. Otros han sido víctimas de sus excesos fuera del terreno de juego. Y algunos, desde luego, no podrán pasar modelos ni llevar camisetas entalladas modernas, pero están sin duda entre los mejores futbolistas de la historia.

30 Julio 2015 - Escrito por Mario Ornat Ornat1

1. William 'Fatty' Foulke

En los campos de fútbol de Inglaterra tienen una canción dedicada a ese delantero del equipo contrario que aparece pasadito de peso, con sospechosa curva feliz en la camiseta: "Who ate all the pies?" (¿Quién se comió los pasteles?), dice la canción, bien abusiva. Es un clásico que viene de finales del siglo XIX y que inauguraron los hinchas del Sheffield United en homenaje irónico a su propio portero: William Fatty Foulke. Un armario de 1,93 que al final de su carrera marcaba, cuentan, 153 kilos en la balanza. En su caso, el concepto cubrir portería era literal. Hay quien dice que acabó convertido en atracción de feria que retaba a niños y grandes a meterle un gol. Murió en 1916... de cirrosis: así que si el motivo de su tamaño fueron las tartas, debían de ser tartas al whisky.

2. Neil Ruddock

Neil Ruddock siempre fue uno de esos defensas que daban un poquito de miedo. Su carácter, tendente a la entrada psicopática (fue nombrado entre los 20 jugadores más violentos de todos los tiempos y su apodo era razor... cuchilla) lo forjó en el Milwall, club de un barrio del este de Londres de esos de pocas bromas. Luego pasó por Southampton, Tottenham, Liverpool, West Ham, Crystal Palace o Swindon... y conforme avanzaba su carrera, su cuerpo continuaba siempre en expansión, como el Universo. Se retiró y se convirtió en estrella de la televisión y hasta actor. Un personaje.

3. José Luis Chilavert

El portero paraguayo José Luis Chilavert siempre fue muy grande. Durante la mayor parte de su carrera, con el club argentino Vélez Sarsfield y con la selección charrúa, grande en su rendimiento: guardameta soberbio... y sobre todo pateador de faltas y penaltis de carácter excepcional. Es el segundo arquero más goleador de todos los tiempos. En el Zaragoza fue capaz de anotar un penalti contra la Real Sociedad y, entretenido en las celebraciones, permitir a Goicoetxea meterle gol en el saque de centro consiguiente, desde el medio campo. Un tipo peculiar, frontal y lenguaraz. Conforme su larga carrera se prolongaba, Chila se fue haciendo grande en el sentido literal del término. Que estaba demasiado gordo no anula que ha sido, seguramente, uno de los mejores guardametas del siglo XX.

4. Ronaldo

Cuando Ronaldo aceleraba con el balón en los pies camino de la portería, el gol estaba hecho. Su potencia incontenible producía un efecto fascinante que Jorge Valdano bautizó como efecto manada. Hay quien lo considera el mejor delantero centro de toda la historia... y pocos argumentos se pueden oponer. Con el PSV, el Barça, el Inter, el Real Madrid o Brasil, su forma de golear era avasalladora. Poco a poco, el atleticismo exuberante de sus primeros años dio paso a una figura redondeada que en el Bernabéu acabaron apodando, con cariño, el gordito. En Corinthians, ya de vuelta de su carrera, la incipiente tripa había dejado paso ya a una tripa con todas las de la ley: se había puesto morado de meter goles. Hasta participó en un reality televisivo dedicado a personas que querían perder peso. Nunca ha llevado bien en el aspecto psicológico su tendencia a ganar kilos, pero por suerte jamás ha perdido la sonrisa.

5. Paul Gascoigne

El genio del Tottenham conquistó el corazón de la afición inglesa con su extraordinaria aparición en el Mundial 90 en Italia. Gazza tenía todo: técnica, potencia, gol, carácter y una personalidad contagiosa. Por si le faltaba algo, lo expulsaron por una fogosa entrada en la semifinal con Alemania y las cámaras lo inmortalizaron llorando por Inglaterra. Fichado por el Lazio, emergió su lado oscuro: se rompió la rodilla en una pelea en un bar y, desde entonces, su carrera decayó entre adicciones variadas -del alcohol y la cocaína a los kebabs- y la incapacidad para controlar su tendencia al sobrepeso. Uno de sus más célebres amigotes de juergas respondía al sobrenombre de Five Bellies (Cinco Barrigas). Por desgracia, el aumento de peso terminó por ser el menor de los problemas de Gazza, incapaz de rehabilitarse, carne de tabloide y de un final trágico que parece inevitable. Durante su carrera muchas veces estuvo demasiado gordo; en su vida, ahora luce la delgadez extrema de los adictos.

6. Ferenc Puskas

Si uno pone Puskas en el buscador de Google, se le añade por defecto el término barriga. Al húngaro Ferenc Puskas lo fichó el Real Madrid del Honved a los 31 años, tras un tiempo inactivo por haber huido de la Hungría comunista en 1956. O sea, a la vista de cualquiera era viejo y gordo. Aquel Real Madrid no era cualquier equipo... ni Puskas cualquier jugador. Formó una delantera histórica con Kopa, Rial, Di Stefano y Gento. Si su tripa parecía rotunda -el blanco aumenta los volúmenes, ojo- más definitivo era todavía su pie izquierdo, que le valió el apodo de Cañoncito Pum. Cada zurdazo se contaba como gol. Ganó tres copas de Europa y una Intercontinental con el club blanco y dejó el recuerdo de un goleador excepcional. Y el de la tripa más famosa del fútbol del siglo XX.

7. Léider Preciado

Otro goleador fantástico, éste colombiano, al que la naturaleza le regaló un cuerpo excesivo que al principio de su carrera le servía para combatir con éxito a los defensas y, más adelante, para responder preguntas impertinentes. "¿Usted se siente gordo?", le entrevistaron una vez. Y él respondió: "Yo no me veo gordo, me ven gordo los demás...". Por eso se atrevía a celebrar sus marcas quitándose la camiseta, para que los demás opinaran. Y parece que todos estamos de acuerdo. Salvo Preciado...

8. Aílton

Si Ronaldo fue el patrón de delantero gordito, potente, veloz y goleador, Aílton Gonçalves se convirtió en su mejor secuela. Formado en el Mogi Mirim brasileño y, tras un paso decepcionante por el Tigres mexicano, Aílton explotó en el Werder Bremen: fue el fichaje más caro de la historia del club alemán, máximo goleador de la Bundesliga con 28 dianas, y campeón de liga y copa. Lo llamaban Kugelbitz, un término alemán que viene a significar rayobola. O algo así. Y rozó los números del legendario Rummenigge. Fichado por el Schalke 04 al año siguiente, pasó por Turquía y por un sinfín de equipos, conforme decaía su rendimiento y crecía su peso.

9. Jeroen Verhoeven

De la academia del Ajax holandés han salido a lo largo de la historia una buena cantidad de genios... y también algunos fenómenos. Es el caso de Jeroen Verhoeven, portero suplente en los tres últimos años del FC Utrecht de la liga holandesa. Su talla de 1,93 y 103 kilos parecen inhabilitarlo para defender cualquier portería seria, pero los vídeos muestrasn que es más ágil de lo que parece. Naturalmente, también sufre las burlas de los aficionados rivales, que le gritan "¡pizza!" cuando saca de portería. Así le ha quedado su sobrenombre, Mr. Pizza. La camiseta con la publicidad de Health City parece irónica. Pero Verhoeven parece ser eso que ahora llaman gordisano.

10. Adebayo Akinfenwa

El delantero del Wimbledon inglés, nacido en el barrio londinense de Islington, es un caso aparte. No se trata de un futbolista que gana peso con los años. Es, en realidad, ese prototipo de gordo fuerte que parece cualquier cosa menos un futbolista: un jugador de rugby, un boxeador, un luchador de grecorromana, un defensa de fútbol americano... Pero no, Akinfenwa, conocido como La Mole, es en realidad delantero centro del Wimbledon. Un anotador de goles frecuente, de movimientos rápidos y buen juego aéreo. No se sabe si más por su potencia de salto (hacen falta buenos impulsores para elevar ese corpachón de 103 kilos) o por el efecto disuasorio que produce entre los rivales la idea de chocar con él. Porque tropezarse en carrera con Akinfenwa debe ser como tener un accidente de tráfico.