El pasado domingo estuve en el Molinón. La afición sportinguista se caracteriza por su apoyo incondicional, pero a veces ciertos sectores sí lo condicionan. El otro día silbaron al equipo durante el partido, en especial a Pichu Cuéllar (portero). Yo tampoco estaba de acuerdo con cómo estaba desenvolviéndose en el partido el Sporting, pero yo seguí manteniendo la fe y el apoyo a mi equipo hasta el final. Sí, me fui enfadada por el juego y el resultado, pero silbar durante el partido solo habría hecho que el resultado fuera más abultado a favor del Córdoba. Así lo veo yo.
Creo firmemente en que la psicología juega un papel fundamental en el deporte. Tanto la positiva como la negativa. Es por todo esto que creo todo lo anterior. Un ejemplo de aplicación de psicología deportiva casi perfecta es la que hace Simeone con el Atlético de Madrid. Quizá el juego no sea el más vistoso, pero sus jugadores tienen un nivel de confianza, de motivación y de hambre de títulos tan alto, que las posibilidades de fallar casi son mínimas. Y sí, son muy buenos, pero algunos equipos tienen grandes jugadores y apenas consiguen resultados, la clave está en la cabeza, en la psicología.
¿Y vosotros qué pensáis sobre la psicología en el deporte?
“Una persona usualmente se convierte en aquello que él cree que es. Si yo sigo diciéndome a mí mismo que no puedo hacer algo, es posible que yo termine siendo incapaz de hacerlo. Por el contrario si yo tengo la creencia que sí puedo hacerlo, con seguridad yo adquiriré la capacidad de realizarlo aunque no la haya tenido al principio”. Gandhi.