Hace algo más de una semana, el Betis destituía a Pepe Mel como entrenador del conjunto verdiblanco. Es el mismo que entregó noches de gloria a la afición y, sobre todo, el ansiado ascenso.
Los seguidores no se olvidan de esto, pero la directiva sí. Vuelven a caer en el pésimo error de que unos señores con traje -con poca idea de fútbol muchas veces- decidan a su antojo quién dirige el equipo por el que tanta gente se deja el alma y la voz.
Pepe Mel decía adiós entre lágrimas, escuchando las voces de aquellos béticos que se acercaron hasta allí dándole su apoyo y mostrándose contrarios a la decisión tomada. El presidente pretendía transmitir pena, pero todos sabemos que era pura fachada. Puro teatro. Pura mentira.
Al técnico le correspondían dos millones de euros al ser despedido antes de que su contrato finalizara y en una muestra de verdadera honestidad, de hacer ver que los colores verdiblancos corren por sus venas y que el Betis está en su corazón, ha decido dárselos al club para que este realice con ellos fichajes y pague a los jugadores.
Me van a disculpar por hacer de nuevo referencia al Sporting de Gijón, pero es que es un caso muy similar. El presidente del club asturiano destituyó también a Manolo Preciado antes de que su contrato se cumpliera. Él, que había devuelto la ilusión a la afición, que había llenado de nuevo el Molinón y que consiguió, tras diez años en Segunda, que Gijón se reencontrara con los grandes de Primera. La afición tampoco estaba de acuerdo con esto. Es cierto que el Sporting tenía muchas posibilidades de descender, pero el sportinguismo prefería hacerlo con Preciado al mando si debía ser así y no con un extraño, como lo era Clemente. Lo mismo ha sucedido en el Betis… Si hay que hundirse, prefieren hacerlo con Mel en cabeza. Y si hay que salvarse, también. Porque el Sporting solo habría podido salvarse con Preciado y creo firmemente que el Betis solo lo conseguiría con Mel.
Las directivas nunca entenderán esto. Lástima que sean tan rápidos para tomar las decisiones erróneas y no lo sean tanto con las correctas. Así va el fútbol.
¡Mucha suerte, Mel!
“No pretendas apagar con fuego un incendio, ni remediar con agua una inundación”. Confuncio.