La Ficha:
Nombre: Andréi Antanásovich Kanchelskis.
Especie: ¡Beep-beep!
Marca de la casa: A que no me coges.
Pintas: Pasajero del transiberiano.
Letal: Si te gana la espalada, ni te molestes.
Le rinden pleitesía: El Manchester United y el Everton.
Riesgo de extinción: Extinto.
¿Cómo era? Una locomotora soviética. Poco importaban los vagones que hubiera que dejar por el camino. De Piernas fibrosas y tronco ancho, cuando Kanchelskis arrancaba no se detenía hasta llegar a la estación.
¿De qué jugaba?
En un ficticio diccionario futbolístico, su foto ilustraría la definición más clásica de ‘extremo derecho’. Kan-kan, como le llamaban en Inglaterra, vivía pegado a la banda y apuraba hasta el último metro del campo. Solo abandonaba su hábitat cuando veía la posibilidad de romper las defensas por el centro. Algo que conseguía tirando excelentes desmarques a la espalda de los centrales que sembraban el caos en la zaga rival.
¿Por qué me acuerdo de él?
Por ser uno de los mejores extremos derechos del mundo a mediados de los años 90. Nacido en la actual Ucrania, debutó en la primera división de la Unión Soviética enrolado en las filas del Dinamo de Kiev. Posteriormente, fue traspasado al Shakthar Donetsk, donde jugó una temporada antes de ser descubierto por Sir Alex Ferguson, que en 1991 se lo llevó a Manchester.
Tras un primer año de adaptación al fútbol británico, Kanchelskis empezó a entrar con mayor asiduidad en la alineación del United, donde brillaban jugadores como Paul Ince, Peter Schmeichel, Bryan Robson, Gary Pallister o Brian McClair. Kan-kan era la velocidad y el desborde en estado puro. Incansable, subía y bajaba la banda con una insultante superioridad física sobre sus marcadores, quienes, a menudo, solicitaban la ayuda de sus compañeros para intentar frenar al futbolista ruso.
Y es que a su condición de atleta, Kanchelskis sumaba una depurada técnica y manejo del balón. Cualidades, estas, que estaban al servicio de un juego eléctrico, práctico y sin adornos innecesarios: pared, al hueco y a correr. La irrupción por la izquierda de un jovencísimo Ryan Giggs, de concepto similar, hizo que el Manchester United contase con las mejores bandas del continente europeo.
En la temporada 94-95, ya con Eric Cantona y Roy Keane en Old Trafford, Kan-kan se destapa como goleador, terminando la campaña como máximo artillero del equipo con 15 dianas. Sacó a relucir un disparo seco y letal que era capaz de ejecutar con ambas piernas en jugadas individuales, así como en diagonales al más puro estilo Arjen Robben. También era un excelente llegador de cabeza, casi siempre al segundo palo.
Sorpresivamente, cuando estaba en el mejor momento de su carrera, Kanchelskis fue traspasado al Everton en un movimiento que sacudió la Premier. Hay muchas versiones del porqué. Unos dicen que la decisión se tomó para favorecer la progresión de un joven talento llamado David Beckham, que venía pisando fuerte en las categorías inferiores del los diablos rojos. Otros apuntan a las malas relaciones entre el futbolista y su técnico. Y el propio Alex Ferguson, en su biografía, señala que recibió chantajes para dejarlo marchar.
Sea como fuere, Kan-kan recaló en el club de Liverpool. Allí pasó una temporada y media rindiendo a un nivel superior (16 goles solo en su primer año). Entonces vino la Florentina con el taco y se lo llevó al Calcio, donde el gran Kanchelskis se apagó para siempre tras sufrir dos graves lesiones. Un encontronazo con Gianluca Pagliuca, y un hachazo de Taribo West, terminaron con su endiablada velocidad. Intentó rehacerse en el Glasgow Rangers, mostrando destellos del gran jugador que fue. Finalmente se retiró en su país, jugando para el Krylia Sovetov, en el año 2006.
A nivel de selecciones, Kanchelskis jugó para tres países diferentes a lo largo de su carrera: la Unión Soviética, la Comunidad de Estados Independientes y Rusia (rechazó la posibilidad de ser seleccionado por Ucrania). Participó en las Eurocopas de 1992 y 1996, quedando fuera del Mundial de Estados Unidos’94 tras liderar un complot contra el entonces seleccionador ruso Pavel Sadryrin. En total, disputó 59 partidos internacionales en los que anotó 7 goles.
Un momento mágico:
Kanchelskis ‘on fire’. Cuando tenía la tarde, no había nada que hacer. Como en el Sheffield Wednesdey-Everton de la 95-96. Fue el amo y señor de un partido en el que anotó un ‘hat trick’, facilitando la victoria de su equipo por un marcador de 2-5.
El Kanchelskis de hoy:
Me cuesta encontrar uno en la actualidad. El fútbol ha evolucionado y los defensores son mucho más completos. Aunque el ruso tenía más recursos, esa facilidad para desbordar por velocidad una y otra vez sin despeinarse es muy difícil de ver hoy día. Pues, además de futbolistas, los jugadores actuales son también grandes atletas.
Y como una imagen vale más que mil palabras, aquí tenéis al bueno de Kanchelskis en acción. Atentos al movimiento del minuto 3:23. Su explicación: “Lo hice porque los defensas rivales eran tan altos que no podía ver a mis compañeros”.